No es por llevar la contraria, pero la llegada de la luna nueva sólo me gusta por su calidad de anunciante del acercamiento de otro momento especial…..la luna llena.
Desde mi base de observación miro el mar cada noche, pero ya no busco una figura que recorte la horizontalidad de mi horizonte, ya no quiero ver un barco, ni dos, ni tres, ahora sólo quiero mirar para ver la belleza que se esconde más allá de los límites de mi playa.
Y ahora me toca esperar dos semanas, un período que ya no es medible ni controlable, se ha borrado el reloj pintado en mis pies y voy algo despistada. No se a que hora levantarme ni cuando me toca comer. Me cepillo el pelo todos los días y sólo como nonis con ralladura de coco.
Pronto llegará mi luna llena, pronto la veré tan grande con la boca de un diablo bueno, me gustará tener la balsa preparada pero sólo para disfrutar del viento, para ver como el vestido blanco que hace de vela mayor se traga la brisa que peina las canas de la luna.
Me siento y respiro hondo.
Anne
Cualquier día vas a recibir una visita importante que podrá dar un giro a tu estancia en la isla. Los astros están en ello, oye.
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Inspirador relato… disfruto de esa imagen con cada palabra.
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Es curioso como la misma luna que contemplan millones de personas se puede hacer algo tan único y personal, como si solo luciese allá arriba para nosotros. Será parte de esa mágia que solo ella tiene.
Abrazoss
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Isabel:
Los habitantes de islas desiertas estamos siempre contentos de recibir visitas, es como algo genético que se lleva en la piel.
Vuelve siempre que quieras, las palabras que hoy-vas-a-escribir serán bienvenidas.
Anne
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Hermoso Anne, vine a para por casualidad atraves del blog de Flavia. Un saludo
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