Lo que me gusta de las tormentas son los preliminares, esos justos instantes en los que el silencio asfixiante se rompe, y el viento aparece de la nada como si nunca hubiera existido; cuando las restos secos que ha traído la marea empiezan a correr delante de ti dando vueltas sobre si mismos, como poseídos por una energía cinética desconocida.
Me gusta ver como el calor antiguo se desvanece y la temperatura cae en picado. Como se pasa del fuego al hielo en un instante en el que el cielo se ha puesto serio, se ha vestido de gris y el mar, como buen espejo, se disfraza de hombre de negro.
Siento frío y el frío me hace sentir que no he muerto,que sigo viva, que estoy en Cabo Leeuwin, que viviré aquí para siempre porque los siempres nunca son verdaderos, los siempres humanos son temporales y eso los hace mejores.
Adoro escuchar los sonidos de las tormentas, mis carrillones de viento hechos de regalos de marea, de conchas, de piezas metálicas tan oxidadas que suenan tan huecas como las voces de los marineros ahogados en ron.
Ahora en el otro extremo de la isla, el cielo está tan rojo que parece el corazón de una sandía a punto de explotar….
Empieza a llover…me voy.
Anne
Catalina:
A mi me pasa lo mismo. 100% igual.
Saludos,
Anne
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Me gusta sentirme pequeña ante las tormentas, insignificante y maravillada ante el espectáculo del cielo.
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Cuando la tormenta llega, me gusta oír historias que entren en resonancia con el tronar del cielo.
Esta, me la guardo. Gracias, Anne.
Salud, suerte y protección en Cabo Leeuwin
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¡Qué inspirada!
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