Como dice el refrán «No hay mal que por bien no venga» :
MAL:
El mal no es un mal verdadero, es simplemente la constatación de que «si duermes mucho te lo pierdes todo», y lo que yo me he perdido es la visión de la luna roja de la que todos hablan. Una luna descomunal que ha debido apropiarse del cielo de Cabo Leeuwin como si de un meteorito rojo se tratara, un tomate gigante y redondito, un disco de papaya madura, un espectáculo digno de ser visto y más desde un lugar como éste, un lugar alejado de las luces del mundo, un paraíso en el que el cielo forma 180º de realidad mágica.
BIEN:
Después de dormir hasta las mil, me he despertado con una tremenda paz instalada debajo de mis cejas. Me he levantado despacito y he recorrido la cueva de los nadadores, pasando los dedos junto a las figuras que alguien hace siglos dibujó.
Al llegar a la cabaña todo parecía haber cambiado, era como si el mar se hubiera asustado, retrocediendo como un animal con la cola entre las piernas. El paisaje era tan distinto que me he pellizcado para verificar que no era un sueño. Me ha dolido. Estaba despierta. Era la primera marea baja que veía en Cabo Leeuwin. La responsable, sin duda, la luna roja.
El bien que ha venido es una roca al descubierto llena de mejillones. El bien es comida.
Gracias Luna.
🙂
No sé si será debido a los efectos secundarios de esa Luna bipolar, disfrazada de Marte por querer ser planeta y no satélite -posiblemente no sepa que los planetas son, a su vez, satélites-, pero la cuestión es que, de pronto, casi todas las palabras han desaparecido de Cabo Leeuwin, al menos desde la ventana de mi casa; desde la ventanita que llevo conmigo siempre, en cambio, se ve Cabo Leeuwin con todo detalle.
Bueno, sólo quería aplaudir a la marea muerta y a sus regalos.
Salud y suerte, flujo y reflujo, llenante y vaciante.
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Ni hablar de este desierto gris, nublado, ni rastro de Luna, menos roja…
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Bercian:
Gracias.
Parece que me quedo más tranquila al saber que no soy la única habitante de la Tierra que no ha visto el fenómeno.
De todas formas debo confesar que la visión de los mejillones es para mí tan mágica como la de la Luna 🙂
Saludos hasta tu paraíso verde.
🙂
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No te preocupes, en Asturias no se ve nunca nada de eso, que tenemos unas nubes muy gratas que contribuyen a nuestro especial microclima. Ánimo y duro con esos mejillones 🙂
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