Si no lo veo no lo creo.
Si me lo cuentan digo que es mentira.
Esta mañana a bordo de «La Hispanidad» me he topado con un regalo de marea ANTES de que llegara a la playa. Estabamos a 2 millas de Isla Vecinos cuando he visto algo flotando. Era una botella y no estaba vacía.
No he tenido que abrirla para saber que era un envío de Van Rap desde el GdC. Una crema de espinacas con queso, una crema destinada a paliar mi hambre. Mi maná.
El maná de los israelitas llegaba a un desierto de arena. El mío también llega al desierto, pero de agua.
Gracias 🙂
Que chulo!
Un saludo
Vincent y Mia
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Van Rap:
Confieso que el algoritmo que rige las corrientes marinas entre cualquier parte del mundo y Cabo Leeuwin es un tanto difícil de entender. Lo se. Lo reconozco.
(Nota del autor: Me he reído un montón con tu comentario)
🙂
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Besta:
Gracias. Me he puesto las botas con un sabor de no-pescado.
Saludos,
A.
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Desafío a los oceanógrafos con los que me trato a que recalculen todo el modelo de circulación de las masas de agua a lo largo del planeta…
Mientras ellos lanzan al espacio satélites que detectan diferencias de un centímetro en la altura de los océanos y la trayectoria de las grandes corrientes, el tráfico de botellas entre Cabo Leeuwin y el mundo -y viceversa- juega con las aguas con la inocencia del niño que dibuja ríos a través de la arena de la playa, y dibuja un mandala que se crea y se diluye cada uno de los 295 días.
Un honor y una ilusión, servir a la Dama de Cabo Leeuwin.
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Enhorabuena, que aproveche,,,
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