Cualquiera que viera esta fotografía podría pensar que un derrumbe inesperado ha hecho de mi cueva de invierno una tumba, pero la realidad es otra y desde luego más favorable a mi persona.
Yo sigo viva. Mi cueva sigue en pie.
Este lugar es otro. Un descubrimiento reciente que ha despertado mi vena espeleóloga, dejando de lado mis otras venas claustrofóbicas.
La extraña bajada de la marea en Playa Sillón dejó este agujero al descubierto, y es que las últimas lunas están cambiando el funcionamiento de Cabo Leeuwin. Alguno de los factores de la ecuación se ha modificado y esto ha generado una serie de pequeños cambios en cadena.
He pasado tres horas para conseguir abrir una vía. Me he llenado los brazos de arañazos y los pulmones de polvo. He bebido agua de la botella que llegó dentro del Jeep del contenedor, me ha servido para hidratarme y se ha chafado con una roca. Adiós botella.
Adiós día.
Mañana más.
Otra vez el dedo tonto. .. me lo voy a tener que afilar como si fuera un lápiz. ..
En fin, salud y suerte, Anne
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Anne:
Que Cabo Leeuwin no está anclada a la corteza terrestre es algo que parece demostrado a lo largo de tu crónica -es una de las manifestaciones de su magia-; que no navega por el Mediterráneo, también está demostrado: ni toda la magia de Cabo Leeuwin te podría ocultar la infamia que se vive en sus aguas.
Los containers eran israelíes, o lo era su contenido, al menos (Ein Gedi, agua del kibbutz de mismo nombre)… ¡Qué repelús!
Pero el agua, agua es… pero la broma del destino tiene poca gracia.
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Jesús:
Vaya, veo que tu vena exploradora también está lista para salir al ruedo.
Genial 🙂
Espero que os llegue el buen tiempo pronto.
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Icástico:
Gracias por gestionar el tema de las fases lunares. Así podré descansar un poquito.
🙂
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Espero que las últimas lunas no cambien tu funcionamiento porque funcionas muy bien.
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Las heridas en codos y rodillas es lo que más hecho de menos de mi infancia, cuantas más líneas rojas mejor tarde, es lo que tiene el hacer la cabra por terreros inexplorados de mi pueblo, lo que se hacía con un palo de madera no se parece ni por asomo lo que proporciona un móvil.
Cuando pase el mal tiempo prometo volver al Pedroso y perderme por sus terrenos que aunque cada día esté pisado por mil pies a mis ojos seguirá siendo tierra virgen.
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Muy bueno, feliz fin de semana.
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