Y cuando parecía que la niebla se había instalado en Cabo Leeuwin como un okupa con malas intenciones, finalmente las plegarias a los dioses han funcionado.
La niebla, después de pintar el mar y las palmeras con su color gris aburrido, se ha ido por donde había venido. Se ha ido con viento fresco.
Ahora el sol se ha hecho el dueño del paisaje, ha dejado claro que aunque empiece el invierno, la luz no volverá a filtrarse a través de la niebla, porque no habrá más niebla. Se acabó.
Mi cara blancucha, mis brazos blancuchos y, el resto de mi anatomía están ahora expuestos al sol para recuperar la vitamina D que, como sería de esperar, brilla por su ausencia en mi torrente sanguíneo.
Au revoir brouillard.
Anne
Van Rap:
Nunca lo había visto de esa manera.
La niebla es como una ceguera que nos hace más valientes.
Ahora la miraré con otros ojos.
Saludos.
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La niebla nos ayuda a atravesar océanos a las orillas de los cuales no nos atreveríamos ni a acercarnos, si viéramos lo que ella oculta.
Pero, una vez atravesados… ¡qué placer cuando se despeja y podemos ver el nuevo reino conquistado!
Salud y mis mejores deseos de que en Cabo Leeuwin sí se pueda disfrutar de un invierno de los de antes, con su tibio sol invernal incluido, Anne
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Gracias Señor de Huelva.
Lo disfrutaré aunque con menos comida que usted 😉
Saludos.
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F.J.
Ja ja ja.
Tienes razón. ..es la condición humana. Nos acabamos cansando de todo….del frío, del calor, del invierno, del verano….
C’est la vie !!!
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Recuerdo, siendo jovenes… Como cada día pedias a no se quien que llegara e invierno, que se fuese el calor… Aaaaaaaaaaaains
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En esas latitudes calentará mas el sol que aqui… Asi que a disfrutarlo!!
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