A veces me gusta pasar el día en blanco, o lo que es lo mismo, pasar el día sin hacer nada de nada. Y cuando digo nada es nada, ni comer, ni moverme, ni buscar comida.
Estos días de asueto suelen llegar después de llenar mi estómago de una forma desmedida, como una resaca monumental, en la que todo mi organismo necesita de reposo absoluto para hacer una digestión correcta.
Después del atracón de ostras, y de la ingesta desmedida de cangrejos pocos días después, está claro que mis días en blanco van a repetirse como el eco.
Hoy en blanco, mañana en blanco,….
El placer de poder elegir el color de tus días no tiene precio.
Anne (white)