Me gusta el viento, me gusta tanto como las croquetas que imagino y nunca llego a comer. Soy así. Podría evitarlo pero entonces no sería yo y sería otra, y con esa otra seguro que me aburriría un montón.
Así que hoy mi pulpo cometa se ha hecho la reina del cielo en Cabo Leeuwin.
Nunca creceré lo suficiente para dejar de hacerlo. Es como volar sin alas, convertirse en un Icaro textil sin miedo al calor. Es también la manera más fácil de tocar el viento, de sentirlo en los dedos, en las manos, en los brazos.
♥♥
¿Por qué contentarnos con vivir a rastras cuando sentimos el anhelo de volar?