Día 10: Empiezo a echar de menos la música

¿Donde se ha escondido la música?

Pasan los días, y la isla que sirve de escenario a mi cautiverio se descubre con sus mil oportunidades.

Todo es magia, quizás todo no, pero la gran mayoría de mis momentos aquí son como porciones de la  vida en el jardín del Edén.

Mis retinas están saturadas de naturaleza salvaje. Mi nariz se desvanece cada día fruto de los mil aromas que me acompañan.

Oigo la música del mar en cada paseo por las playas, escucho su furia en los días de tormenta, pero hoy me he dado cuenta de que me faltan acordes que la isla no me está ofreciendo. Tal vez mi oido está dormido y saturado por los quejidos de mi estómago siempre hambriento.

Anoche soñé con un piano varado en la arena junto a las rocas. Un piano de cola solitario vestido con algas.

Sólo necesito partituras y todo el tiempo del mundo para aprender a tocarlo.

Anne… sin música

Día 9: Un regalo para mis pies

Un regalo para mis pies

Para alguien como yo, acostumbrada a caminar con tacones, la libertad de andar con los pies desnudos es un placer dificilmente explicable.

Debo reconocer que,  todavía necesito vendarme los pies para recorrer las zonas escapardas o con piedras, mi piel es demasiado fina y cualquier rama o piedra afilada me abrasa como el filo de un cuchillo.

Pero más tarde, cuando camino por la playa de arena blanca, dejo que las suaves olas del atardecer me acaricien los pies y curen con su saliva salada los restos de mis batallas diarias.

He descubierto un fruto nuevo, verde y muy graso. Su sabor me desgarra la boca con un picor terrible, pero es el mejor bálsamo que jamás he probado para mi piel.

Hoy he regalado a mis pies un reposo envuelto en esa pócima. Ahora están suaves y las heridas casi son invisibles.

Ya no respiro por la nariz, hoy no, hoy al menos quiero tomar aire por mis nuevos pies.

Anne

Día 8: Mi primera botella empieza a nadar

Hoy he lanzado mi primera botella

 Ya he cumplido una semana, mi primera semana, y lo mejor de todo es que he sobrevivido.

Hace 7 días ni yo misma hubiera apostado un centavo, las posibilidades de adaptarme a esta isla eran tan escasas como mis ganas de volver al mundo exterior.  

En tan solo una semana he aprendido a vestir como una mendiga, a llevar el pelo suelo y alborotado, a comer cuando hay comida y ayunar cuando toca. Tengo una casita que alguien abandonó y  un gato con el que hablo sin parar. El río interior es mi balneario y el mar exterior un paraiso de olas y aguas de color turquesa.

Cada día sueño con ver un barco en el horizonte, con saber que podré salir de aquí. Todo llegará.

No tengo ninguna prisa. Ya no.

He lanzado mi primera botella. Bon voyage.

Anne

 

 

Día 7: Un lugar para tomar un baño

Mi cascada...agua dulce para nadar

A pesar de estar en una isla, a pesar de tener un inmenso mar rodeando mis días por los 4 puntos cardinales, a pesar de todos los pesares a mi me gusta nadar en agua dulce.

Y esta cascada redondea los contornos de mi nuevo paraíso, es el único salto de agua que he localizado, un lugar perfecto para dejarse caer y recuperar unos metros después la calma. El agua templada de una pequeña poza es mi destino final cuando los dedos se me empieza a arrugar.

Luego me seco al aire y me visto de nuevo con el único traje del que dispongo. Está sucio y lleno de jirones fruto de mis expediciones por terreno escarpado. Da igual. Por primera vez mi aspecto da exactamente lo mismo. Nadie me mira. Nadie.

Con los días mi pelo parece una pequeña selva amazónica. Los mechones se han convertido en lianas y el descontrol campa a sus anchas. No tengo un cepillo ni tampoco tijeras. Sólo un cuchillo.No. Me resisto.

 Anne

Día 6: Y de repente…un gato

Apareció de la nada y será mi viernes

La ventaja de las islas olvidadas y dejadas de la mano de Dios, es que ofrecen al naúfrago abandonado a su suerte ,mil y una posibilidades para jugar a los descubrimientos.

Y hoy me siento como testigo de un creador mudo que ha dado forma a esta isla, la ha modelado con su dedos vistiéndola de todo aquello que yo necesito. Poco a poco.

En seis días he vivido como una salvaje pero ya tengo los restos que me trajo la tormenta, una cabaña, más papel y desde esta mañana tengo un g-a-t-o.

Llegó mientras dormía y se sentó junto a la puerta. Al levantarme su maullido me ha sonado a gloria, una sinfonía sin cellos pero cargada de viejos recuerdos.

Ya

no

estoy

sola

Mi gato se llamará, como no, viernes.

 

Día 5: Una cabaña

Un descubrimiento.....la cabaña

Hoy, mi 5º día, ha sido un día de descubrimientos.

He descubierto que a pesar de todos los pesares, no se está mal en esta isla, es un sitio muy solitario, es verdad, pero encierra toda la belleza de muchos paraísos. Es como un margarita con pétalos prodigiosos, el mar, la playa sur, los acantilados de la cara norte, la vegetación, el riachuelo, los frutos verdes que no me han matado y que saben a melón…

Pero por si todas estás maravillas fueran insuficientes y mientras mis habilidades no se desarrollen algo más, he tenido la gran y enorme suerte de hacer un gran descubrimiento: Una Cabaña

Está vacía pero un día no lo estuvo. Hay huellas de un habitante anterior que salió dejando la puerta abierta, dejó restos de comida, cabos de velas, un viejo retrato y montones de rollos de papel sin una sola palabra escrita.

Esta noche dormiré sin miedo y por primera vez a cubierto.

Tengo velas, papel, un camastro digno de una princesa ciega  y una enorme cantidad de tiempo.

Anne

 

Día 4: Amanece…que no es poco

Amanece...que no es poco

Ha pasado el diluvio y lo que parecía imposible está aquí, el sol empieza a descubrirse tras las nubes, más allá de las copas de los árboles que habitan el centro de mi isla.

Mi refugio es tan endeble como una hoja flotando enmedio del océano. Llevo horas completamente mojada, el fuego se ha apagado y tiemblo tanto que no se si soy yo o la isla entera la que se mueve ritmicamente. La tos no me deja dormir. Esto va mal.

Esto no va mal del todo, podría haber sido mucho peor. Estoy viva y la isla sigue en pie. Amanece…que no es poco.

Me quedo dormida en esta charca que soñaba con ser una guarida seca y segura.

Mañana brillará el sol. Si. Tengo mucho trabajo por delante.

Nota: Construir una cabaña impermeable. Urgente !

Anne

Día 3: Domingo de tormenta

La tormenta de hoy....toca esperar

Me temo que hoy no va a salir el sol, en su lugar el viento huracanado y el frío van a ser mis compañeros en esta mañana la de mi tercer día en la isla.

Podría empezar a preocuparme pero he decidido no hacerlo y menos reflejarlo en éste, mi diario en la isla. En su lugar voy a pensar en lo que suele ocurrir tras una gran tormenta en el mar. Me siento y espero.

Se que mañana o pasado cuando todo este infierno de viento, agua y mar dejen paso al sol y a la calma, entonces llegará mi recompensa. Recorreré la playa para recolectar los frutos que las olas traerán hasta mi. Los restos de algún naufragio me darán vida. Necesito de todo por lo que cualquier objeto será bienvenido.

Voy a  escribir mi carta de los deseos que espero que lleguen con la tormenta.

Mientras tanto, sigo respirando.

Anne B.

Día 2: Frutos verdes

Frutos verdes….imagino que comestibles

Intuyo un gran sol por encima de la niebla que parece cubrir esta isla. Desde que llegué en la víspera del nuevo año 2010, estas nubes bajas me acompañan en cada amanecer, se retiran con el avance de la mañana y vuelven antes de que se vaya el sol. No me gusta.

No llevo ropa adecuada, me duelen los pies  y lo peor es que paso todo el día sentada en una roca mirando el horizonte con la ilusión de descubrir algún barco pasando (perdido sin duda) cerca de mi isla. He preparado ramas secas y pedernal para encender fuego. Desde mi atalaya, yo y mi posible fuego somos visibles desde los 4 puntos cardinales. Si llega el día estaremos preparados.

Ahora voy a desayunar, entre comillas claro está, me muero por una buena taza de café pero en su lugar tengo unos frutos verdes que espero que me alimenten y no me obliguen a pasar el día agachada detrás de los matorrales. 

Vale, si, lo confieso, a pesar de saber que estoy sola en este islote, sigo guardando las maneras y comportándome de una forma medianamente respetable. Soy así. Lo tengo que intentar.

Anne

 

Primera mañana del Nuevo Año

Los acantilados rocosos de mi isla
Los acantilados rocosos de mi isla

He amanecido bien en la primera mañana del nuevo año que es también el primero en mi nuevo destino.

Supongo que el frío o las incomodidades de dormir en el suelo me han regalado un enorme dolor de cabeza. Es curioso, esto no ha cambiado, sigo con este maldito dolor por las mañanas y no se si es por un mal sueño o por un buen sueño o simplemente no se debe a nada.

He roto mi vestido para poder caminar mejor, he salido a conocer la zona más escarpada de la isla, la que está justo en las antípodas de mi playa de acogida. Imposible caminar por allí sobre todo para alguien que ha perdido los zapatos.

Mañana tendré que pensar en positivo, en un lugar donde dormir y cobirjarme de las lluvias que adivino por las nubes que no tardarán en llegar.

Mañana será otro día.

Anne